LA TRAICIÓN Y LA CONSULTA

En mayo de 2014, Andrés Manuel López Obrador, entonces presidente del Consejo Nacional del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), realizó un recorrido de cuatro días por doce municipios de Morelos. En un mitin en Yecapixtla, municipio en el que se encuentra Huexca, indicó que un día antes le informaron en Anenecuilco, tierra natal de Emiliano Zapata, sobre el proyecto de la termoeléctrica. “Yo aquí quiero expresarles que nosotros vamos a defender con todo lo que podamos a los pueblos. No queremos ese gasoducto, no queremos esa termoeléctrica, y no queremos tampoco las minas que van a destruir el territorio y van a contaminar las aguas. Vamos a apoyarles en todo lo que podamos, pueden contar con nosotros. México no es territorio de conquista, no es para que vengan los extranjeros aquí a apropiarse de todo. ¿Qué les pasa a éstos? Es como si fueran a Jerusalén y construyeran un basurero tóxico o una planta nuclear”, dijo en un encendido discurso en medio de aplausos.

Samantha César, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) Morelos, Puebla y Tlaxcala, retoma esas declaraciones para explicar el sentimiento de traición de los pueblos: “Ya como presidente de México, las comunidades le pidieron que cancelara el proyecto y que recordara su promesa, él respondió que les llevaría una propuesta”, pero aún no sabían “lo que se traían entre manos”.

El 8 de febrero de este año, en su conferencia de prensa matutina, el presidente anunció la realización de una consulta pública para poner en operación la termoeléctrica de Huexca, la cual se llevaría a cabo los días 23 y 24 de febrero. El domingo 10 asistió al balneario El Almeal, en Cuautla, para explicar el proyecto y la consulta. Y ahí señaló las bondades de un proyecto al que se opuso cinco años antes.

Al acto de López Obrador asistieron los pueblos opositores, los mismos que le reclamaron en su momento a los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. “¡Agua sí, termo no!” fue el grito que se escuchó atrás del auditorio. Fue tan fuerte que el presidente interrumpió su discurso y dijo: “Aunque griten, aunque haya gritos y sombrerazos, va a ser el pueblo el que va a decidir sobre este asunto”. Insistió entonces en que la termoeléctrica no agotaría ni contaminaría el agua y en que pediría a la UNESCO una certificación.

Para convencer a la población, aun antes de la consulta, López Obrador dijo que si la planta no opera, se perderán en un año cerca de 4 mil millones de pesos de dinero del pueblo. “Escuchen radicales de izquierda, que para mí no son más que conservadores”, espetó a la misma gente con la que se comprometió en 2014, “si no se utiliza la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, una empresa de la nación, en vez de tener luz para alumbrar todo Morelos, tendríamos que seguirles comprando la luz a las empresas extranjeras, así de claro, entonces a la hora de votar nada más piensen en eso”, dijo. Ahí, entre la gente aglomerada atrás, con una manta en la mano, el defensor nahua Samir Flores no paraba de gritar.

El calificativo de “radicales de izquierda” permea aún entre la población. “Fue una agresión presidencial de quien llegó prometiendo que buscaría la paz de este país, que iba a escuchar a los pueblos, y que dijo que primero los pobres. Ahora él genera violencia, y simuló un proceso democrático sobre un proyecto que ya está pactado con los grandes capitales”, señala Teresa Castellanos.

Un helicóptero de la policía del estado de Morelos sobrevoló lo que se presentó desde el gobierno como un ejercicio democrático. Tres días antes de la consulta presidencial había sido asesinado en Amilcingo el defensor nahua Samir Flores Soberanes, uno de los pilares de la resistencia contra el proyecto energético. Las comunidades del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua (FPDTA) exigieron que se cancelara la consulta, pero el presidente contestó que se realizaría y pidió que no se politizara el asesinato.

Llegó el día 24 de febrero y los pueblos opositores, los directamente afectados por la termoeléctrica, el gasoducto y el acueducto, se manifestaron de diferentes maneras: en Amilcingo y Amayuca se quemaron las boletas e impidieron la instalación de las mesas de votación, mientras que ni Jantetelco ni en Hueyapan hubo mesas para la votación, aun cuando son municipios de las faldas del Popocatépetl. También en el municipio de Juan C. Bonilla, en el estado de Puebla, no se dejaron instalar las casillas por el dolor que producía la muerte de su compañero Samir.

Durante las dos jornadas circularon carteles con la cara de Samir Flores, se pintaron murales con su rostro junto al de Zapata y se colocaron grandes mantas en señal de protesta.

Un día después, el 25 de febrero, desde el Palacio Nacional el presidente de México anunció que, según el conteo oficial, 59.5 por ciento de los votos fue a favor del sí y 40.1 por ciento del no. Cabe señalar que no fue ninguna instancia electoral ni indígena la encargada de la realización del procedimiento que se realizó con boletas que traían escritos al reverso los “beneficios” del proyecto para la población.

El informe presidencial indica que participaron 55 mil 715 personas de los tres estados, y reconoce que por el rechazo de la gente no se instalaron o se cerraron 11 casillas el primer día y siete el segundo. También es notable que la votación más alta fue en las zonas más alejadas del proyecto, como Cuernavaca o Jiutepec, mientras las comunidades afectadas directamente optaron por el no.

A la pregunta “¿Está usted de acuerdo con que inicie la operación del Proyecto Integral Morelos (PIM) y la termoeléctrica de Huexca de la CFE?”, la población de Yecapixtla, Ayala, Cuautla, Jantetelco, Ocuituco y Tetela del Volcán respondió con un “NO”, pues están ubicados al oriente y nororiente del estado, lugares considerados como zona de riesgo volcánico y sísmico que, en caso de una contingencia, serían perjudicados; además de ser afectados por los impactos medioambientales y por la posible contaminación del agua que consumen.

En el municipio indígena de Hueyapan y en las comunidades de Huexca (Yecapixtla) y Los Limones, se llevaron a cabo ejercicios de asamblea por usos y costumbres en los que de manera unánime rechazaron el proyecto.

De los 15 mil 455 que votaron en las localidades afectadas, 65.77 por ciento (10 mil 165) rechazó el proyecto, frente a 34.23 por ciento (5 mil 290 votos) que votó afirmativamente. Estos datos hubieran sido los válidos si la consulta se hubiera realizado conforme lo estipula el Convenio 169 de la OIT.

El gobierno federal se decidió por una metodología diferenciada. En Puebla y Tlaxcala sólo se consultó a los afectados; pero en Morelos el ejercicio fue para todo el estado. Y aquí los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Yautepec, Jojutla, Temixco y Tlaltizapań, que no están involucrados en la problemática ni expuestos al riesgo inmediato, votaron a favor de la termoeléctrica y sus votos hicieron la mayoría, pues el gobierno les prometió bajar los costos de la luz en caso de que apoyaran la termoeléctrica.

“Ganó el sí según los datos oficiales, pero se demostró que los pueblos afectados estamos informados, organizados y decididos a no permitir que este proyecto avance, a pesar de las imposiciones y de las mentiras”, dice la también integrante del Congreso Nacional Indígena, Samantha César, quien hace el recuento de los daños: “Ya nos encarcelaron, ya nos torturaron, ya nos reprimieron, ya nos asesinaron, pero aun así nosotros vamos a continuar, porque esta lucha es por el futuro de nuestros hijos, por tener seguridad, por la posición de nuestro futuro y de decidir cómo queremos vivir. Esta lucha no es solamente por un sí o un no, tiene un sentido muy profundo que es el derecho que tenemos los pueblos a decidir cómo vivir en comunidad en el presente y en el futuro. No tiene que ver con estar a favor o en contra de un político o de un partido, es algo muy profundo que lleva más de seis años en los que hemos pasado mucha violencia. Y a pesar de eso, aquí seguimos de pie”.

Ante la consulta y la decisión previa de poner a andar la termoeléctrica, Teresa Castellanos indica que “sólo queda seguir luchando, pues nosotros tenemos la razón. Vamos a seguir informándonos y a seguir llevando información al presidente de la República. Vamos a decirle que no sea terco, que lea los documentos que le damos, que conozca gente que sí sabe y que no lo va a engañar, que escuche a los científicos si es que no quiere escuchar a los radicales de izquierda. Que venga a ver a los pueblos, así como en años pasados cuando quería el voto para la presidencia. Nosotros vamos a seguir luchando y a seguir organizándonos para defender el agua. No nos vamos a rendir”, finaliza la defensora.

“Estamos en contra de Andrés Manuel López Obrador porque él está en contra de nosotros”

El 10 de abril de 2019 se conmemoró en la ex hacienda de Chinameca el centenario del asesinato a traición del general revolucionario Emiliano Zapata. Un gran templete vacío con el escudo oficial de la presidencia de la República, colocado en una explanada también sin un alma, quedó como mudo testigo de la intención del presidente Andrés Manuel López Obrador de acudir ese día a recordar al fundador del Ejército del Sur, como lo había anunciado semanas antes en Palacio Nacional, junto a los familiares de Zapata.

El presidente fue declarado persona non grata por más de cien organizaciones indígenas, campesinas y populares que integran la Asamblea Emergente Nacional ante la Violencia del Estado y la Autodeterminación de los Pueblos, “por incumplir su palabra empeñada en 2014” de no apoyar la operación de la termoeléctrica de Huexca. Desde Amilcingo, donde se reunieron el 11 de marzo, anunciaron que no permitirían “que la muerte de nuestro Caudillo del Sur sea insultada por la presencia de quien busca impulsar los proyectos de muerte en tierra zapatista”.

Agrupados en el Congreso Nacional Indígena (CNI) y en otras organizaciones en defensa del territorio, llegaron miles de personas a Chinameca, mientras la ceremonia presidencial se realizaba en Cuernavaca. La ocupación del lugar en el que asesinaron hace cien años a Zapata se vivió como una victoria.

Desde el templete, Teresa Castellanos, una de las caras más visibles de la resistencia, mujer nahua amenazada de muerte junto a sus hijas por su oposición al proyecto, fue implacable con la figura presidencial: “Estamos en contra de Andrés Manuel López Obrador porque él está en contra de nosotros. Nosotros no le venimos a hacer la guerra, él nos la hizo a nosotros. Nosotros queríamos hablar con él y él se hizo sordo. Hoy no queremos hablar con él, hoy queremos que el Proyecto Integral Morelos se retire de nuestras comunidades y de nuestros territorios”.

Los pueblos reunidos en Chinameca reclamaron una a una las deudas con ellos en un evento de abierta oposición al gobierno de López Obrador, protagonizado por los indígenas a los que él considera “radicales de izquierda”. Un acto cargado de símbolos que reunió lo mismo a los padres y madres de los 43 de Ayotzinapa que a los campesinos de San Salvador Atenco. Todos rindiendo homenaje no sólo a Zapata, sino también a Samir Flores, emblema de la lucha asesinado el 20 de febrero en Amilcingo. “No sabemos quién mató a Samir, sabemos quién lo señaló”, dijo por su parte María de Jesús Patricio, ex aspirante a la candidatura presidencial del Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG).

Hasta ahí llegó también el mensaje del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en un comunicado firmado por el subcomandante Moisés y leído por Marichuy: “Vendrán y se irán malos gobiernos, pero el color de la tierra persistirá y con él todos los colores de quienes en el mundo se niegan a la resignación y el cinismo, quienes no olvidan y no perdonan, quienes llevan la cuenta de agravios, encierros, desapariciones, muertes y olvidos”.

La caravana de inconformes se trasladó después a Huexca, donde se yergue la mole de acero que ha provocado el descontento. Y ahí, frente a la termoeléctrica, hicieron una clausura simbólica y un acto político mientras los activistas pintaban de rojo sus paredes y el piso con las consignas: “Asesinos”, “Agua sí, Termo no” y “Hay un volcán, pendejos”, entre otras.