MUJERES, EL MOVIMIENTO QUE LAS SACÓ DE SUS CASAS

Un cordón de mujeres entrelazadas recibió en Huexca a la policía antimotines en octubre de 2012, en lo que fue la primera represión orquestada por el entonces gobernador entrante Graco Ramírez. El movimiento contra la termoeléctrica había bloqueado los accesos para impedir la entrada de la maquinaria y de los trabajadores al predio elegido para su construcción. Sonaron las campanas para avisar que 35 patrullas repletas de policías se acercaban. Ellas se pusieron al frente, se tomaron de las manos y entonaron el Himno Nacional.

Nada impidió la arremetida policiaca. Las replegaron a toletazos y rompieron su escudo humano. Más de 30 heridos hubo en esa ocasión, la lucha se paralizó por un tiempo y la termoeléctrica se construyó, pero siguen siendo ellas el pilar de la oposición y las que se empeñan en recomponer el tejido comunitario.

Teresa Castellanos es una de ellas. “Las mujeres somos las que hemos mantenido esta lucha. También hay hombres, pero las mujeres somos las que más tenemos la postura de defender, tenemos más ese sentir. Una mujer, cuando pare al hijo, le duele, y le lastima que se le enferme, no duerme por estar cuidando al hijo y llora si no se cura. Así nosotras en esta lucha. Lloramos cuando sentimos que no podemos hacer nada, cuando no somos escuchadas. Nos duele porque nos duele nuestro pueblo, porque aquí vivimos, aquí hemos crecido juntas y aprendimos a convivir con nuestros abuelos, aquí los fuimos a enterrar. Nos duele que a la tierra la fracturen, porque nos está dando de comer, nos está protegiendo y cuidando, nos duele porque el agua nos pertenece y porque no queremos que nuestros hijos se mueran de sed”, sostiene Teresa.

A las mujeres, reconoce, “nos cuesta trabajo participar en la lucha. Al principio fue más grave la situación, porque el machismo estaba tremendo en el pueblo. Pero después de la experiencia que hemos vivido por causa de la termoeléctrica, los hombres fueron doblegándose, no pierden el autoritarismo que tienen, pero han aprendido a convivir y a respetar la decisión de las mujeres, aunque les cuesta trabajo”.

Las mujeres nahuas de Huexca se transformaron en este proceso. Hoy se reconocen como defensoras del territorio, aunque las críticas en su comunidad no cesan. “Dicen que tal mujer no tiene nada que hacer en su casa o que ésa no quiere a sus hijos porque sólo quiere estar en la calle o que sólo va a buscar hombre y por eso va a las asambleas. Sobre una mujer que lucha, el hombre dice que quién sabe con cuántos hombres ande y que no está al pendiente del marido”, pero aun así “nosotras seguimos”.

Para Samantha César, de Amilcingo, el proceso ha sido largo, “en primera porque las mujeres hemos aprendido cada vez más, en el avance de la lucha y en la forma de dialogar en la asamblea, a tomar la voz, la palabra, y también la acción”. Y a pesar del machismo que hay en las comunidades, “poco a poco la mujer ha ido avanzando en su decisión de luchar”.

La dinámica de la lucha comunitaria no excluye a los hombres, coinciden Teresa y Samantha, pero son las mujeres las que están empujando. “En el Frente de Pueblos hay muchas mujeres participando, a pesar de todo el machismo y la violencia hacia nosotras. Estamos encabezando la lucha”, dice Samantha, y reconoce que “la violencia no es sólo del Estado y de las empresas, sino también de las comunidades, donde a veces dicen que la mujer no tiene nada que hacer, que está buscando quién sabe qué, que le gusta el chisme. Si supieran todo el sacrificio que implica hacer doble trabajo, porque está el quehacer de la casa y luego irte a la marcha o a la asamblea. Siempre se ve la crítica hacia la acción de las mujeres, pero no todo lo que implica”.

Para las defensoras nahuas ya pasaron los tiempos en los que la participación de las mujeres se reducía a la cocina comunitaria o las comisiones de tesoreras. Hoy, en la defensa de los territorios, son organizadoras, voceras y parte importante de la toma de decisiones, porque “sin mujeres no se puede defender la vida”.

“Ni las mujeres ni las comunidades podrán regresar al antes de esta lucha. Más allá de que el proyecto quede o no quede, aquí ya pasó algo, aquí las mujeres ya tienen otra forma de ver el mundo, de ver sus vidas, de ver a su familia y a su pueblo. Y los pueblos también ya tienen otra forma de ver a las mujeres”, concluye Samantha.

Angélica Pacheco e Irma Sánchez Olivo, de Jantetelco, consideran que en el proceso de lucha contra el PIM participan muchas mujeres porque antes “no habían tenido una oportunidad de salir y manifestar y defender la forma en que viven”.

Las mujeres en Jantetelco formaron también los cordones humanos contra la represión, y son además las que tomaron la presidencia municipal en el proceso de resistencia. “Se pensaba que no iban a generar violencia sobre las mujeres, que no las iban a golpear, pero cuando vino la represión la policía agarró parejo”, cuenta Angélica.

En Huexca, Amilcingo y Jantetelco se han mantenido unidas y han generado lazos de solidaridad. A Huexca fueron las de Jantetelco y Amilcingo. Y al revés. El movimiento las sacó de sus casas, a las que no regresaron de la misma manera.